“Primero, creo en el derecho al pataleo. No sé si la huelga sirve, pero al menos escenifica que la clase obrera y los sindicatos no están de acuerdo. Y también para decir algo que nadie dice: que tiene que haber alternativas. Para mí, huelga es una palabra sagrada. Me acuerdo sobre todo de las que proponían los comunistas durante el franquismo. Y recuerdo, como si fuera un poema de muchísima emoción, cuando en la huelga contra Felipe González se apagó TVE. Fue una preciosidad: siempre quise escribir una canción sobre el tipo que desenchufó. Y ahora resulta que a esta palabra sagrada le están echando mierda por todos lados con el ataque frontal a los sindicatos. Lo que está haciendo Esperanza Aguirre es un peligro tremendo. Se quieren cargar a los liberados sindicales, demonizan a los piquetes…
No conozco a ningún país donde se ataque de esta manera a los escritores, a los cantantes, a los actores ¡Yo jamás he tenido una subvención! Ese odio visceral a los titiriteros, que por cierto es una palabra hermosísima, no lo he visto en ningún lugar. Y luego está la manipulación horrible del acto del otro día, que la mayoría de medios presentó como algo “de los de la ceja”, cuando allí casi no había ninguno que hubiera sido de la ceja. Yo sí lo fui y, aunque muchos amigos me echaron una bronca, estoy orgulloso de ello. Hice lo que creía que debía hacer y ahora hago lo que creo que debo hacer. Yo he respetado y sigo respetando mucho las buenas intenciones de Zapatero, que me parecen reales. Pero su discurso apoyando a Sarkozy fue realmente obsceno.
Los nubarrones que se ven por todo tipo de horizonte presagian que vamos a estar igual o peor. Aunque la política va más deprisa de lo que creen los oráculos, y ni la CIA esperaba la caída del Muro de Berlín. Ahora no vemos posibilidades de que nuestros hijos vivan mejor que nosotros. Esto también es por nuestros hijos, como dijo Almudena Grandes. Por esto creo en el medio plazo y no en el cortísimo”
Joaquín Sabina
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